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La interacción entre calidad, metrología y normalización ya tenían presencia desde el siglo XI antes de Cristo, mediante leyes y decretos. Demostrando necesidades incipientes de transacciones comerciales justas. Hoy en día, esta necesidad traspasa las fronteras de una economía nacional provocando una fuerte influencia de la normalización internacional en la legislación local.
Viendo la gran importancia de implementar adecuadamente estas interacciones es necesario evaluarlas, para ello nos podemos apoyar mediante la norma ISO/IEC 17000, que define: “Evaluación de la conformidad” como el examen sistemático del grado de atendimiento por parte de un producto, proceso, servicio o persona a los requisitos especificados. De acuerdo a la Organización Mundial del comercio (OMC) define la evaluación de la conformidad como: cualquier actividad con el objetivo de determinar, directa o indirectamente, el atendimiento de requisitos aplicables.
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Como sabemos, para evaluar es necesario una medición para analizar los resultados, y siempre que existe medición, la metrología desempeña un papel fundamental. Ya que esta nos ayuda a relacionar los resultados obtenidos con las definiciones internacionales de unidades para las magnitudes determinadas, garantizando la calidad intrínseca, trazabilidad y exactitud de tales resultados. Así, en este contexto, la metrología actúa como uno de los pilares que dan soporte a los mecanismos de evaluación así como la existencia de un conjunto de normas nacionales fundamentadas y reconocidas internacionalmente.
Un punto importante a la hora de dar soporte a los mecanismos de evaluación de la conformidad consiste en contar con laboratorios nacionales de ensayo y calibración que puedan ofrecer resultados con alto grado de confiabilidad. Para que estos resultados sean aceptados en el ámbito de los acuerdos de reconocimiento, los ensayos deben ser realizados en laboratorios acreditados, que puedan cumplir con los requisitos de la norma ISO/IEC 17025 (ahora en su tercera edición) 2017. Y la forma más adecuada para lograrlo a nivel nacional es que el país cuente con un instituto nacional de mediciones, cuyas capacidades de medición y calibración estén declaradas y publicadas en una base de datos; y que al mismo tiempo que demuestren internacionalmente su capacidad de ofrecer resultados confiables.
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Ciertamente no todos los institutos de medición pueden ofrecer calibraciones que cumplan estos requisitos en todas las magnitudes y claro siempre existe la posibilidad de enviar los instrumentos a calibrar a laboratorios extranjeros, pero la lista de razones por la cual no es viables es extensa y hoy te mencionaremos alguna de ellas. La primera razón y por excelencia, es el costo asociado al envío de instrumentos a calibrar más el costo del servicio y el costo del transporte especializado, el seguro, el costo de la persona encargada, sin dejar de lado, claro, el factor tiempo una razón de peso, ya que los procedimientos aduaneros del país que envía más el país que recibe suman para el tiempo en el cual el instrumento no está siendo utilizado. En este contexto la figura de un instituto de medición fuerte y reconocida es una herramienta indispensable para dar soporte a esta estructura, además de una red de laboratorios de calibración acreditados que puedan proveer los ensayos que los mecanismos de evaluación de la conformidad estipulan.
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